lunes, 21 de enero de 2013

Ensaya con Ciencia: Nueva Educación Ambiental


Autor: Noel Morá


Hace ya un par de años que la opinión pública, los medios y las autoridades han puesto sobre el tapete el tema de la educación ambiental. Las noticias alarmistas sobre el rápido deterioro del ambiente y el impacto de la actividad humana sobre el ecosistema pasaron de ser noticias aisladas y temas de conversación para grupos minoritarios, a un concepto globalmente aceptado y parte del vox populi: El medioambiente en el que se desarrolla el ser humano está amenazado por el crecimiento de la población y su industria asociada.

Debido a la presión mediática y social sobre los gobiernos y sus legisladores, la educación ambiental se ha transformado en un recurso adicional a las regulaciones sobre emisiones, las multas ambientales y otros mecanismos de prevención y regulación. Y es que la educación promete ser un sistema más económico y sustentable en el tiempo que otros mecanismos de acción.


Una pregunta me asalta cuando pienso en esto: ¿Cómo se puede realizar educación ambiental efectiva si no existe un consenso sobre sus métodos, aplicaciones y resultados?
Y es que a pesar de que este tipo de educación se está promoviendo desde los años ochenta en países desarrollados, su implementación en los siempre ajustados y conservadores presupuestos de los países menos desarrollados suele ser difícil de realizar. Más aún, han existido verdaderas “modas” y tendencias en lo que respecta a la educación ambiental, y pareciera no haber consenso cuáles son los mecanismos más rentables y eficientes para transformar esta inversión en una solución real a los problemas ambientales.

En un principio, el conservacionismo puro fue el caballo de batalla de estas iniciativas, el que se basaba en conservar un área de interés o de una especie animal en particular sobre otras. A pesar de que según la opinión de muchos expertos este método suele ser demasiado limitado o selectivo en desmedro de especies o lugares menos “atractivos” para el común de la gente, siguen siendo los mecanismos más eficientes y con los resultados más medibles de todos. El proteger ciertas especies en peligro o resguardar áreas de protección animal y vegetal ha asegurado la sobrevida de cientos de especies y ha estabilizado miles de poblaciones alrededor del mundo. Sin embargo, en los últimos años han surgido muchas voces que aseguran que esto no es suficiente y que se necesitan medidas adicionales para evitar el desastre ambiental futuro. Acciones como el reciclaje, la reducción de emisiones, la promoción de las energías verdes o el consumo de productos orgánicos, son algunas de las tendencias actuales. Pero existe un enemigo invisible: El nivel de atención y la retención de la gente es cada vez menor, debido al bombardeo mediático. Las cosas en el mundo cada vez van más rápido y las modas, noticias o temas de conversación suelen ser efímeros. Teniendo en cuenta de que el peligro sigue ahí y que la mantención del medioambiente es una necesidad constante, surge el desafío de mantener una conciencia social y política sobre estos temas aun cuando pareciera que es cada vez más difícil mantener el interés de la gente en los mismos.

Y es exactamente el punto al que quiero llegar. La clave no puede ser mantener un slogan en la cabeza del público, ni tampoco convencerlos a través de un panfleto o un modelo fijo. El esfuerzo publicitario sería demasiado costoso e ineficiente, se debe lograr un mejor enfoque educativo. La necesidad de conservar el medioambiente no debería simplemente enseñarse o normarse. Los esfuerzos podrían volcarse sobre en la entendimiento sobre el entorno y la valoración de lo que aún nos queda. Niños, jóvenes y adultos no pueden ser obligados a respetar el medio ambiente, es mucho más fácil enseñarle a disfrutarlo y hacerlo propio. Es precisamente de esta relación de cariño y goce, de la cual nace las esperanza de un cuidado del entorno sustentable, no como un consejo ni una obligación, sino como una verdadera y natural responsabilidad. ¿Y es que acaso no solemos proteger a nuestra familia, nuestras mascotas y nuestras propiedades? Generar esa sensación de pertenencia es vital para lograr una comunidad responsable y comprometida con el entorno natural.

A mi parecer los presupuestos y esfuerzos en educación ambiental, tanto a nivel de proyectos como de planes y planteles educativos deberían invertirse en volver a los inicios del naturalismo; el reconocimiento de especies, las excursiones y el trabajo en terreno. Tanto los colegios como las comunidades y grupos sociales se verían beneficiados de este tipo de actividades donde el lugar donde viven, trabajan o salen de paseo se transformarían en nuevos santuarios de los que ellos mismos podrían ser guardianes.

Enseñar sobre energías alternativas, reciclaje y manejo de contaminantes puede ser muy útil, pero me parece que es aún mejor partir de algo más básico: Mostrarle a la gente que allá fuera existe un mundo único y natural, un lugar que desde la cordillera al mar, desde los glaciares a los desiertos y desde las alturas a las profundidades, esconde secretos maravillosos de los que también somos parte. Si pueden sentirse parte del entorno, podrán aprender a valorarlo, amarlo y protegerlo como lo hacen con todo lo que consideran suyo.






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