Fotografía: Gabriel León |
Desde tiempos inmemoriales, la Luna ha causado la fascinación y el temor de los hombres, generando un sinnúmero de mitos, leyendas, supersticiones y teorías. ¿Quién fue el primero en preguntarse qué era aquel objeto brillante, en fijarse en sus cambios cíclicos o en su influencia sobre la Tierra? Nadie lo sabe. Es muy probable que en un comienzo se asociara a dioses o espíritus y a medida que nuestros conocimientos como humanidad aumentaron, fuimos develando cada vez más sus secretos. Sin embargo, siempre permanece sobre ella algo de su misterio inicial.
En la mitología de los pueblos de diferentes lugares del mundo (pasados y actuales), la Luna está usualmente asociada a la desgracia, al misterio, a los espíritus y a la locura. El pensamiento de que la luna llena cambia la conducta de las personas es antiguo y aún continúa arraigado en nuestra sociedad moderna. No por nada existe la palabra "lunático" para referirse a personas con alucinaciones, delirios y paranoias, entre otras alteraciones psiquiátricas, y que presentan cambios en su condición según la fase de la Luna.
Desde nuestra posición de observadores en la Tierra, podemos ser testigos de dos efectos producidos por la Luna sobre nuestro planeta: el gravitacional y el lumínico.
El efecto gravitacional es evidente si permanecemos en la playa por algunas horas y nos fijamos cómo el mar avanza y se retira. Si tuviésemos la paciencia suficiente para permanecer durante muchas horas frente a la costa, nos daríamos cuenta que entre una marea alta y la siguiente pasan aproximadamente 12 horas. Estos movimientos del mar producidos por la gravedad de la Luna y su posición respecto a un punto fijo en la Tierra generan ciclos de importancia biológica llamados circamareales. Cuando la humanidad conoció la Ley de Gravitación de Newton, algunos intentaron explicar los cambios en la conducta, que en ese tiempo se asociaban a la Luna, con la fuerza de gravedad. Sin embargo, la gravedad depende de la masa de ambos cuerpos y la distancia entre ellos, por lo que la Luna puede influir sobre grandes masas como la de la Tierra y sus océanos, claro, pero su efecto es insignificante sobre masas pequeñas como lagos, ríos o nosotros. Así que descartado.
El segundo efecto es el lumínico. Astronómicamente hablando, la Luna tiene varios ciclos, siendo el sinódico el más conocido por nosotros, con una duración de aproximadamente 29,5 días entre una luna nueva y la siguiente. Durante este ciclo, la luminosidad de la luna va variando desde una luna completamente oscura (hacia el lado de la Tierra, claro) llamada luna nueva, pasando por la inspiradora y a la vez temible luna llena con su máxima luminosidad, hasta finalmente regresar a la luna nueva. Este ciclo también tiene una importancia biológica y se le conoce como ciclo circalunar.
Esquema extraído de lacienciaysusdemonios.com http://tinyurl.com/mfgnv6b |
Con seguridad es este ciclo circalunar el que ha acaparado la mayor atención al momento de intentar explicar los cambios conductuales. En animales no humanos, existen pruebas del efecto de la luz de la luna sobre la conducta. Por ejemplo, en un estudio realizado en lémures que no tienen una preferencia clara por el día o la noche para estar despiertos, se observó que en las noches de luna llena viajaban una distancia mayor que en las noches de luna nueva, es decir, su actividad nocturna aumentaba en presencia de la luz de la luna. En este estudio, también se observó lo que ocurrió durante un eclipse total de luna y ¿qué creen? Los lémures comenzaron a moverse menos cerca del momento del eclipse total. En otro estudio realizado en un pequeño roedor nocturno norteamericano, se observó que en las noches de luna llena los animales no salían de sus guaridas como normalmente lo hacían el resto del mes. Para estos animales y muchos más, sin duda la luna no pasa desapercibida.
¿Y qué pasa con los humanos? Nosotros somos un caso bastante especial, ya que vivimos en un mundo donde la luz de la Luna no parece tener ninguna posibilidad de alcanzarnos. Es más, podría apostar que muchos de nosotros (me incluyo) no sabemos en qué fase de la Luna nos encontramos en este momento. Sin embargo, en tiempos más antiguos, la luz de las velas era un lujo y gran parte de la población vivía dependiendo de la luz natural. En aquellos tiempos, la Luna tenía un papel protagónico en la explicación de manías y otras alteraciones poco conocidas en ese entonces. Ataques epilépticos, depresión, suicidios, aumento de agresividad, alucinaciones y delirio eran asociados a posesiones o transformaciones demoníacas, las cuales eran supuestamente más numerosas en las noches de luna llena. Sin ir más lejos, muchas figuras mitológicas, y demoníacas en tiempos cristianos, como brujas, vampiros y hombres lobo, eran asociados con esta fase del ciclo lunar.
Pero como la ciencia avanza, se han realizado algunos estudios para saber si existe realmente influencia de la Luna sobre nuestra conducta. Se han buscado correlaciones entre la fase de la Luna y suicidios o asesinatos con distinto grado de agresividad, ataques epilépticos, empeoramiento del estado de pacientes psiquiátricos, entre otros, y nada categórico se ha encontrado. Existe una correlación entre ataques epilépticos en mujeres y su etapa del ciclo menstrual (que es un ciclo circalunar), pero nada relacionado directamente con las fases de la luna, sino más bien con los niveles hormonales.
Modificado de Cajochen et al 2013 |
Otro factor que podría influir es la cantidad de sueño. Existen estudios que muestran que una disminución en las horas de sueño puede influir negativamente en manías y otros estados psiquiátricos. Además, el aumento de luz durante la noche disminuye las horas de sueño. Quizás no existe un efecto de la luna sobre nuestro estado mental directamente pero quizás sí sobre nuestro dormir. Suena lógico, pero hay que probarlo, y así lo hizo un grupo de investigadores suizos. Estos científicos estudiaron mediante electroencefalografía (una técnica que permite registrar actividad cerebral) el sueño de un grupo de personas, distribuyendo los registros en un tiempo largo para obtener datos de todas las fases lunares. En este estudio ellos encontraron que en la fase de luna llena las personas dormían 20 minutos menos, tardaban más tiempo en quedarse dormidos, pasaban menos tiempo en la fase más profunda del sueño y además reportaban una calidad de sueño peor que el resto del tiempo. Además, la concentración de melatonina, una hormona que en humanos promueve el sueño y que tiene sus mayores niveles sanguíneos durante la noche, disminuía durante esta fase de la luna. Y todo esto, sin que las personas que estaban durmiendo supieran en qué fase de la luna se encontraban o estuvieran expuestos a su luz. Con estos resultados, los investigadores concluyeron que podría existir un reloj lunar en nuestro cuerpo, algo que mantiene al menos parte de nuestra fisiología sincronizada con la luna, algún remanente evolutivo que nos mantiene fuertemente ligados a nuestro eterno acompañante en el espacio.
La gran mayoría de las creencias sobre el efecto de la luna sobre nosotros son parte de la superstición, alimentada por la fascinación y el temor a lo desconocido que nuestro satélite natural siempre ha inspirado en nosotros. Sin embargo, aún queda mucho por descubrir. El tiempo y un mayor número de investigaciones nos entregarán una visión más amplia acerca de nuestra relación con la Luna. Mientras tanto, podemos continuar asomándonos de noche a nuestras ventanas, mirarla y preguntarle cuántos misterios más tiene para nosotros.
Javiera Castro Faúndez
Dra(c) en Ciencias Biomédicas
Laboratorio de Sueño y Cronobiología
Universidad de Chile
Algunos links para profundizar en el tema de la Luna y las mareas:
- http://lacienciaysusdemonios.com/2013/06/13/superlunas-tamanos-aparentes-y-mitologia/
- http://asteromia.net/luna/la-luna-ciclo-fases.html
Referencias de los artículos científicos citados
- Muñoz, J; Santillán, AM; Mondragón, R; Erkert, HG (2000). Moon cycle effects on humans: myth or reality? . Salud Mental, diciembre, 33-39.
- Donati, G., Lunardini, A., Kappeler, P.M. and Borgognini Tarli, S.M.
(2001), Nocturnal activity in the cathemeral red-fronted lemur (Eulemur fulvus rufus), with observations during a lunar eclipse. Am. J. Primatol., 53: 69–78
- James L. Wolfe, C., Summerlin T. (1989) The influence of lunar light on nocturnal activity of the old-field mouse, Animal Behaviour, Volume 37, Part 3, Pages 410-414
- Iosif A and BallonOver B (2005) Bad Moon Rising: the persistent belief in lunar connections to madness CMAJ, 173:1498-1500
- Quigg, M., Fowler, K. M., Herzog, A. G. and the NIH Progesterone Trial
Study Group (2008), Circalunar and ultralunar periodicities in women
with partial seizures. Epilepsia, 49: 1081–1085.
- Cajochen C, Altanay-Ekici S, Münch M, Frey S, Knoblauch V, Wirz-Justice A (2013). Evidence that the Lunar Cycle Influences Human Sleep. Curr Biol.23(15):1485-8
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