domingo, 1 de julio de 2012

La Curiosidad Mató al Gato I: Los Rebeldes


Fresco de Giuseppe Bertini

Si menciono el nombre Galileo Galilei, es muy probable que les resulte familiar. Su historia ha sido contada en innumerables ocasiones y suele usarse de ejemplo cuando se habla de científicos perseguidos por sus descubrimientos. Sin embargo, Galileo, del que volveremos a hablar más adelante, debió haberse considerado bastante afortunado. Existieron en la historia otros científicos que no tuvieron tanta suerte -o amigos influyentes, o enemigos sensatos.



Miguel Servet
En el año 1511, nació en España un hombre llamado Miguel Servet. Médico y teólogo, sus intereses eran increíblemente variados. Matemáticas, astronomía, geografía, anatomía humana y farmacología formaban parte de sus conocimientos científicos. Además, su lado humanista desarrolló interés en la poesía, las traducciones y, ocupando gran parte de su tiempo, el estudio de la Biblia. Sus investigaciones en anatomía lo llevaron a ser el primer europeo en descubrir la existencia de la circulación pulmonar. Sin embargo, su interés en la religión cristiana eclipsó sus logros científicos. Servet intercambió durante mucho tiempo cartas con Juan Calvino, uno de los padres de la Reforma Protestante. Su relación mediante correspondencia, en un comienzo amistosa, se tornó árida cuando Servet publicó su libro “Christianismi Restitutio” (La Restauración de la Cristiandad). En este libro expresaba sus ideas en contra de la Trinidad, la cual acusaba de provenir de la filosofía griega, y en contra de los Trinitarios que, según él, convertían el Cristianismo en un triteísmo. Calvino tomó muy mal los comentarios de su libro y, a pesar de seguir recibiendo sus cartas, no volvió a contestarle. Servet había ganado un poderoso enemigo. Estando en Viena, fue acusado de herejía por amigos de Calvino, por lo que fue apresado, logrando escapar días después. Inexplicablemente, durante su huída se detuvo en Ginebra, lugar donde vivía Calvino, y asistió a uno de sus sermones donde fue arrestado. Imprudencia, ingenuidad o simplemente un desafío a su declarado enemigo, nunca sabremos cual fue la razón por la cual Servet caminó directo a su muerte. Calvino luchó porque fuera acusado de traición y guillotinado, pero finalmente fue declarado hereje por el tribunal suizo de las Iglesias Protestantes, bajo los cargos de negar la Trinidad y el Bautismo de los niños. En 1553 fue condenado a morir en la hoguera junto a sus libros.

Giordano Bruno
Al tiempo en que Servet era condenado y ejecutado, nació en Italia un niño llamado Filippo Bruno. A los 17 años, Filippo ingresó a la Orden Domínica, donde cambió su nombre por Giordano. Desde que ingresó a la Orden se destacó por su increíble memoria, así como también por los problemas que le traía su curiosidad. Siendo un novicio, solía estudiar a escondidas de los libros prohibidos del monasterio y tomar notas de ellos. Al ser descubierto, sus superiores enviaron una acusación a Roma en su contra, por lo cual Bruno debió dejar los hábitos y huir. Vagó por Italia y Suiza hasta que llegó a Francia, donde su memoria le abrió las puertas de la corte. El Rey Enrique III solicitó la presencia de Bruno ante él. Sentía enorme curiosidad por su talento y deseaba averiguar si se debía a una propiedad natural o había sido obtenido mediante brujería. Al demostrarle que sólo era producto de un pensamiento organizado y reglas mnemotécnicas, obtuvo el favor del rey. Con la protección real, Bruno pudo escribir tranquilamente acerca de sus ideas, publicando varios libros. Desde Inglaterra, donde fue enviado por sus benefactores franceses, se explayó acerca de sus teorías cosmológicas, según las cuales Copérnico tenía razón al decir que era la tierra la que giraba en torno al sol. Además, propuso que el universo era infinito y eterno y que estaba formado de incontables sistemas solares en los cuales las estrellas eran como nuestro sol y planetas como la tierra giraban en torno a ellas. Incluso propuso la existencia de vida inteligente en esos planetas, ya que pensaba que en la creación de Dios no existía la jerarquía entre sus componentes, por lo que no había razón para pensar que la tierra era exclusiva. Bruno recibió apoyo, pero también burlas y miradas reticentes. En el fervor de la Inquisición, fue acusado de ser un espía de los conspiradores contra la Iglesia Católica y debió huir otra vez. Estando en Frankfurt, recibió una carta de Giovanni Mocenigo desde Venecia, quien lo invitaba a enseñarle las técnicas del arte de la memoria. 
Cantus Circaeus
Pensando en que la Inquisición había perdido su ímpetu, Bruno regresó a Italia. Sin embargo, las cosas con Mocenigo no fueron tan bien como esperaba. Descontento con su enseñanza y ante la amenaza de abandonarlo, su benefactor lo denunció a la Inquisición por herejía y blasfemia, por lo que fue arrestado en 1592. Bruno logró defenderse hábilmente por 7 años, tiempo en el que permaneció en prisión en Roma. En el año 1600, el Inquisidor Cardenal Bellarmine decidió darle un corte final al juicio y demandó a Bruno que se retractara de todos sus dichos, pero éste se rehusó. Acusado de sostener opiniones contrarias a la Iglesia Católica y de afirmar la existencia de mundos múltiples y eternos, Giordano Bruno fue otra víctima más de la hoguera.


Las historias de Servet y Bruno parecen antiguas, sacadas de un empolvado libro de historia y archivadas hace siglos. Es difícil creer que algo como eso podría ocurrir en nuestra época, al menos en países de cultura occidental. Pero aunque las cacerías de brujos no son parte de nuestra historia actual –al menos no de manera tan violenta- se han generado con el tiempo otros contextos que han afectado de una u otra manera a científicos más contemporáneos, llevándolos a truncar sus carreras.

Paul Kammerer
En la primera mitad del siglo XX, un biólogo austriaco llamado Paul Kammerer enfocó su investigación en una teoría que fue desechada y ridiculizada antes del “Origen de las Especies” de Darwin: la evolución Lamarckiana. Según esta teoría, ciertos caracteres adquiridos durante la vida de un organismo, como adaptación al medio, pueden ser heredados a su descendencia. Kammerer experimentó con una especie de sapo que habita zonas secas y que no depende del agua para reproducirse como la mayoría de los anfibios. Mediante cambios de temperatura, este científico reportó haber logrado que aparecieran en estos animales rasgos que son propios de especies más acuáticas, incluyendo hábitos de vida y crianza. Más aún, dijo que estas características y hábitos se mantenían por varias generaciones. Pero el escepticismo de la comunidad científica y la acusación de falsificación de sus resultados terminaron rápidamente con su carrera. Debido a los estragos de la I Guerra Mundial, Kammerer perdió sus experimentos y con ellos la posibilidad de probar su hipótesis. En 1926, seis semanas después de la acusación de falsificación, se suicidó. En la actualidad, nadie ha intentado replicar el experimento de Kammerer, por lo que su veracidad permanece incierta. Sin embargo, existen evidencias de la existencia de evolución de tipo Lamarckiana en las modificaciones epigenéticas (modificaciones del DNA que no son mutacionales y que pueden ser transmitidas a la descendencia).

Alan Turing
Más avanzado el siglo XX, en la época de la II Guerra Mundial, existió un matemático y científico de la computación llamado Alan Turing. Fue uno de los padres de la informática al crear una de las primeras máquinas basadas en algoritmos. Gracias a su genio, fue llamado durante la guerra para solucionar un problema que hasta ese momento tenía de cabeza a las fuerzas de los Aliados: descifrar los códigos secretos usados por los alemanes y generados por la máquina Enigma. Turing logró lo que muchos intentaron y no pudieron. Consiguió descifrar el código y se convirtió en un héroe. Una vez finalizada la guerra, se dedicó a construir computadores para diversas instituciones y a sostener cautivantes discusiones acerca de la inteligencia artificial y su futuro. Su carrera era prometedora, pero un incidente personal provocó daños irreparables en su persona. En 1952, Turing fue acusado de homosexualidad, lo que era considerado un delito en Inglaterra en esa época. Al no defenderse durante el juicio, fue condenado y se le dio a escoger entre reclusión en una cárcel o castración química. Optó por la segunda alternativa y fue sometido a inyecciones de estrógenos durante un año. El 7 de junio de 1954, a los 41 años, Turing fue encontrado muerto en su habitación por envenenamiento con cianuro. Las versiones acerca de su muerte son contradictorias. Legalmente, figura como un suicidio, pero su madre afirmó que había sido un accidente provocado por el manejo descuidado de las sustancias químicas que tenía su hijo. Su muerte quedará dentro de los misterios de la historia de la ciencia.
  
Galileo Galilei
Tristes sucesos han llevado a prometedores científicos a la muerte, algunos de ellos relacionados con su visión del mundo y otros con la época en que les tocó vivir. Pero como comentábamos al comienzo de esta historia, existieron algunos científicos más afortunados que pudieron continuar viviendo, aunque restringidos de libertad. Aquí es donde retomamos la historia de Galileo Galilei. Personaje histórico muy querido por la comunidad científica, sus apelativos son numerosos: padre de la astronomía moderna, padre de la física y por sobre todo, padre de la ciencia moderna. Fue definitivamente protagonista de la Revolución Científica, uniendo teoría y experimentación mediante sus trabajos con péndulos y caída de objetos, siendo el precursor de la mecánica clásica desarrollada posteriormente por Isaac Newton. Quizás sus logros más famosos se relacionan con el perfeccionamiento del telescopio y las observaciones que realizó con él. En aquella época, la teoría geocentrista era la más aceptada y a la vez la promovida por la Iglesia Católica. Sin embargo, algunos científicos, entre ellos el antes mencionado Giordano Bruno y por supuesto el mismo Galileo, pensaban que era la tierra la que giraba en torno al sol, tal como postuló Copérnico. Estos hombres tuvieron muchos problemas por defender esa teoría, en especial con la Inquisición. En este sentido, Galileo fue sabio y antes de defender la teoría heliocentrista en público, dedicó gran parte de su vida a encontrar las pruebas científicas suficientes para apoyarla. Y el telescopio le quedó como anillo al dedo. Entre sus descubrimientos astronómicos más fundamentales, estuvieron las fases de Venus y los satélites de Júpiter, los cuales echaban por tierra la idea de que todos los astros giraban en torno a la tierra. Debido a sus influyentes amistades y su capacidad para manejar situaciones y personas, fue capaz de publicar todos sus descubrimientos sin caer en manos de la Inquisición. Se salvó por bastante tiempo, hasta que en 1632 su antiguo aliado, el Papa Urbano VIII cedió a las presiones y no pudo evitar que fuera a juicio. En éste, Galileo fue encontrado sospechoso de herejía por afirmar que la tierra giraba en torno al sol y no a la inversa. Por esto, fue obligado a abjurar, maldecir y despreciar estas ideas. Fue sentenciado a arresto domiciliario por el resto de sus días y se prohibió la publicación de sus libros, incluyendo los que pudiera escribir en el futuro. Galileo aceptó todos los cargos y cumplió su sentencia. Sin embargo, escribió un último libro llamado Dos Nuevas Ciencias, donde resumió su trabajo de los últimos 40 años en cinemática y resistencia de materiales.

Dialogo de Galileo Galilei

Al conocer estas historias, surgen preguntas inevitables: ¿por qué continuaron con sus ideas?, ¿por qué no simplemente guardaron silencio?, ¿por qué no se sobrepusieron y cambiaron su vida? Al parecer, la curiosidad fue siempre más fuerte. Una pregunta llevó a la siguiente y ya no pudieron detenerse, ni tampoco callarse. Gracias a eso es que sus vidas y descubrimientos quedaron plasmados en nuestra memoria y hoy son parte de la historia de la ciencia.


Javiera Castro Faúndez
Dra(c) en Ciencias Biomédicas
Laboratorio de Sueño y Cronobiología
Universidad de Chile



7 comentarios:

  1. Ellos si pensaban que la neutralidad ética debe ser una característica del pensamiento científico...saber por el saber...sed nihil!!

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  2. Excelente artículo, esperando la parte II. Propongo nombre alternativo:"y la IGLESIA mató al gato: por tener el mal hábito de pensar". Saludos ;)

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  3. Sólo una aclaración para darle variedad: Miguel Servet no fue quemado por orden del Santo Oficio, sino por un tribunal de las iglesias protestantes suizas. La iglesia católica tuvo poco que ver en su juicio.

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  4. Hola, acabo de ver encontrar este blog, los felicito!
    Justo me acabo de enterar de la charla de un científico chileno que está estudiando y revisando la investigación de Paul Kammerer (http://www.ificc.cl/content/martes-18-de-diciembre-charla-descubri%C3%B3-paul-kammerer-la-herencia-epigen%C3%A9tica-una-mirada-mo), la charla es mañana y se puede ver online en www.ificc.cl/extension Espero que este dato les sirva. Saludos!

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    1. Hola
      Muchas gracias! nos alegra que te haya gustado y te dejamos invitad@ a seguirnos por facebook o aquí en el blog para las actualizaciones. Gracias también por la información, la difundiremos en facebook y la agregaremos a las actividades semanales.
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