miércoles, 4 de julio de 2012

Rocío Mayol, estudiante de Postgrado: "ser el mejor del curso no necesariamente te va a hacer el mejor científico del mundo"


En nuestra primera entrevista a jóvenes investigadores, conversamos con Rocío Mayol Troncoso, psicóloga de profesión, a punto de terminar su Magíster en Neurociencias y cursando el Doctorado en Ciencias Biomédicas en la Universidad de Chile. En la primera parte de esta entrevista, Rocío nos hablará de sus orígenes y de cómo llegó a donde está ahora.
Por Sergio Vicencio y Javiera Castro


Rocío, ¿Por qué no nos cuentas un poco acerca de tus inicios académicos?. 

Cuando chica vivía con mis primos en El Monte, donde mi abuelo tenía una parcela muy grande. Teníamos mucho espacio para hacer cosas, teníamos tierra y árboles. Ahí la imaginación volaba, no teníamos límites. Yo creo que eso fue central en mi vida. No estudié en el mejor colegio de Talagante, ni tampoco en una universidad tradicional. No fui puntaje nacional. Di dos veces la prueba y la primera vez me fue nefasto. Ponderé 445 puntos. La segunda vez que di la prueba tampoco me fue bien, saqué alrededor de 600 puntos. Nunca fui la mejor alumna. Es más, un profesor me dijo en cuarto medio que para qué iba a dar la prueba de aptitud, si yo no iba a hacer nada. Pero mi familia siempre me motivaba. Mi mamá siempre estaba ahí y me decía “bueno, tú tienes que dar la prueba, da lo mismo que no te vaya bien”. Por otro lado, mi papá me decía “tienes que ir a la universidad, no te vas a quedar aquí haciendo nada, tienes que hacer algo”. Así llegué a la universidad, a estudiar psicología. En segundo año tuve una profesora que hacía el ramo de Psicobiología. Su nombre es Michelle Dufaine. Ella fue realmente inspiradora. Era joven y siempre motivaba, siempre estaba tirándote para arriba. Uno le hacía preguntas y ella siempre pedía más. La admiré y todavía la admiro un montón, gracias a ella yo me empecé a interesar.



¿Tuviste otros ramos similares después?

No, en psicología no hay muchos ramos biológicos. Después de ese ramo en segundo año nunca más vi biología ni neurociencias. En tercer año seguía con mi inquietud, no me calzaba que la psicología no considerara al cerebro en ninguna parte. Ahí contacté a Francisco Aboitiz y me citó a su laboratorio. Me preguntó que quería, cuáles eran mis intereses. Yo le dije que no sabía muy bien, que yo era psicóloga, que creía en la importancia de que los psicólogos supiéramos más de neurociencias. Ésa era mi inquietud en ese momento. Entonces me invitó a participar en el curso de Neurociencia Cognitiva, que se hace en el doctorado de la Universidad Católica. Recuerdo que en tercer año ese curso me topaba con un curso que se llamaba Evaluación Psicológica, que pedía 100% de asistencia. Así que hablé con un compañero y le dije que mi sueño era aprender del cerebro, que era un tema fascinante que me encantaba. Le dije “necesito que tú me ayudes y para eso necesito que me agregues en la lista todas las semanas. Por favor, porque yo no voy a venir”. Y me dijo que sí, que no me preocupara, él firmaría por mí. Así terminé el curso con 100% de asistencia, él firmaba todas las semanas por mí y yo iba al curso de la Católica. Y allá se me abrió otro mundo. En ese curso participaba de verdad y además, me di cuenta que podía hacer preguntas que podían ser interesantes.


¿Sentiste que venías de un mundo muy distinto a los que estaban ahí?

Sí, en un momento sentí que tenía todas las ganas e intenciones, pero tenía todo muy desorganizado, no sabía como hacerlo. En ese curso había muchos médicos y eran mucho más ordenados, estructurados y estudiosos. Además, no podía creer que por un curso pasaran 10 profesores, cada uno experto en su tema. Eso me encantó. Yo estaba acostumbrada a que un curso lo diera un sólo profesor. Encontraba increíble poder tener esa experiencia.


Con esa experiencia que adquiriste y al entrar de manera más formal en la neurociencia, ¿qué te pasó con tu visión de la psicología? ¿Cambió en algo tu forma de ver la carrera que estabas estudiando?

Sí, me sentí bastante sola, porque a los psicólogos no les gusta mucho esto de la neurociencia. No tenía con quien conversar. Tengo un compañero muy cercano, a él le gusta más la epistemología y con él conversábamos de esos temas. Creo que era lo más cercano, pero no tenía alguien con quien compartir lo que me estaba pasando. Entonces porté un tiempo una especie de luto, me sentía muy sola. Cuando hablaba, era yo la que más sabía y eso que yo estaba recién empezando. No era ningún referente de nada. Yo había aprendido recién algunas cosas, pero llegaba contándoles lo que aprendí y me decían “ah, que bueno”. No tenía un feedback, alguien que me dijera “oye, pero y este otro autor o esta otra visión”. Otra cosa que cambió fue que me puse mucho más crítica. Por ejemplo, en mis clases de psicoanálisis, pensaba “a esto le falta algo importante”. Antes la psicología era como volátil, no incorporaba lo que la neurociencia había desarrollado. Y eso todavía pasa aunque en menor medida. Las neurociencias han avanzado un montón y la psicología no está integrando de manera rápida esos conocimientos.


¿Y cómo terminaste trabajando en neurociencia?

Estuve como 2 años en los que me dediqué a terminar mi carrera y me alejé de las neurociencias. Es más, me di el espacio para pensar si era eso realmente lo que quería. Me paseé por la psicología pero nunca volví a sentir lo que en las clases con Michelle. En sus clases yo vibraba, se me ponía la piel de gallina. Una vez salí de la clase y lloré de emoción. Me decía “que impresionante, ¡cómo un ser humano puede hacer esto!”. Salía de las clases y me preguntaba si me dedicaría a esto toda la vida. La respuesta fue no. Entré a un curso que daban en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile que se llamaba Cerebro y Procesos Cognitivos Importantes. En la universidad donde estudiaba, yo era ayudante de un profesor en el curso Procesos Cognitivos y Afectivos. Le sugerí a él hacer ese curso y cuando lo vio me dijo “oye, y tú, ¿por qué no lo vas a hacer?”. Yo le dije que no podía hacerlo por un asunto económico, y él me dijo “no te preocupes, yo te lo pago y de ahí vemos como me lo devuelves”. Así que lo hice. El curso era bueno, lo hacía un Doctor de Farmacología, que después me llevó para ser su ayudante en su laboratorio en la Facultad de Medicina. Yo estuve con él harto tiempo y aprendí muchas cosas, pero no era suficiente. Empecé a sentir angustia porque sabía lo que me gustaba pero no sabía donde encajar. Hasta que llegué a la Clínica Psiquiátrica con Pablo Gaspar. Pablo era coordinador del curso de la Católica y cuando estaba en esta desesperación me acordé de él. Pablo me invitó a trabajar en la Clínica y para mí ese fue mi primer paso, al fin encajaba. Allí empecé a hacer estudios en humanos y eso me gustó. Después Pablo me presentó a Pedro Maldonado, quien me dijo que postulara al Magíster en Neurociencias en la Chile. Yo no tenía pensado postular, tenía las ganas pero no me sentía muy capaz. Pensaba que había gente con muchas más capacidades que yo, con más curriculum. Ahora trabajo en el Laboratorio de Neurosistemas cuyo director es Pedro Maldonado, importante biólogo chileno. Él me ayudó un montón y me dio fortaleza. Nuevamente viene aquí otra mano que me ayudó, cuando Pedro me dice “oye, pero tú eres psicóloga, tienes mucho que decir”. Obviamente hay mucha gente más que trabaja en esto. Hay otros psicólogos, no soy la única en neurociencias afortunadamente. Ahora hay varios más y cada vez se une más gente. Pedro me ayudó a ver los beneficios de ser psicóloga.


Al parecer siempre estuviste rodeada de gente que te apoyó

Sí, primero mis padres que siempre me motivaron. Michelle que siempre me impulsaba. Este profesor que me pagó el curso, que después cuando quise pagárselo me dijo “no, te lo regalo, tu te lo mereces”. Después en la Chile de nuevo, el Doctor de Farmacología que me motivaba un montón, que me decía que tenía que ser la mejor. Y Pablo que también me decía lo mismo. Siento que he recibido mucha ayuda, siempre muchos impulsos.


Y ahora más en retrospectiva, ¿qué opinas de la idea de que hay que ser un genio para entrar a un postgrado?

Yo siento que lo importante no es tener un curriculum brillante en sí, sino que es el tener ideas. Uno puede entrar con el pregrado y sin ninguna publicación, pero sí teniendo algo que decir, teniendo energía, pasión, vocación, siendo aplicado, etc. No creo que baste con tener el título o el artículo publicado en una revista. También hay que tener propuestas que quieras desarrollar, algo que te interese, que quieras investigar. En el fondo es como una pasión apoyada de una idea. Hay gente que entra con muy buen curriculum, pero también hay gente que entra con muy buenas ideas o con muchas ganas de hacer cosas importantes. Cuando te dicen en cuarto medio “para qué vas a dar la prueba de aptitud, qué vas a hacer tú”, no es menor. Eso me pesó por hartos años. Cuando entré a la universidad no me sentía capaz y después cuando conocí a Michelle, rompí ese esquema. Si tú no eres la mejor del curso, no es que no tengas nada que decir. A lo mejor tienes otras habilidades y muchos colegios no te dan la opción de explotarlas. Yo por ejemplo, era buena en educación física, en música, en filosofía y arte. Me iba súper bien. Pero nadie te valora si tú tienes 7 en música. En cambio si tengo promedio 7 en matemáticas, seguro voy a ser ingeniero. Yo era buena para tocar guitarra, tocaba guitarra clásica, pero nuevamente eso a quién le importa lamentablemente. Y eso que música tiene un montón de matemáticas, hay que ser súper riguroso. Sin embargo era verbal y matemáticas lo importante. Pero ser el mejor del curso no necesariamente te va a hacer el mejor científico del mundo.


¿Cuál era la idea que te apasionaba cuando llegaste al magíster?

Yo quería saber cómo logramos armar la percepción, cómo cambia nuestra forma de ver el mundo. Si tú estás parado en un lugar con una percepción de la silla, la puedes ver café. Al cambiar de lugar puede darte la luz de manera diferente y ya no la ves café, la ves azul por ejemplo. Eso cambia tu forma de ver el mundo. Esa era mi pregunta cuando yo entré. Cómo es que una percepción cambia de un momento a otro, cómo cambia tu estado general.


Después de hacer el magíster y ahora que estás en el doctorado dedicándote a la investigación, ¿Crees que tu pregunta se puede responder? 

¿Mi pregunta de la percepción? no creo que la pueda resolver. Me parece una pregunta súper compleja. Pero me llevó a otro lado, a los trastornos mentales, a pensar qué puede estar pasando con la percepción, por ejemplo, en esquizofrenia.


¿Es como si una gran pregunta te llevara a otras más puntuales?

Exacto. Yo siento que te da farolitos, te dice para donde está tu norte. Por eso hablamos de preguntas de investigación. Uno tiene una pregunta, después viene la hipótesis, los objetivos y empieza todo. Si no tienes pregunta no tienes hipótesis y no viene nada. Entonces es una pregunta general que te lleva a preguntarte sobre algo más específico. Mi pregunta ya se está elaborando y construyendo, pero ya tengo mi farol que me va alumbrando.


7 comentarios:

  1. Muchos estudiantes nos sentimos identificados contigo Rocío! El sistema educacional chileno actual es un viejo prototipo que no valora el amplio espectro de habilidades humanas, y aminora a todo aquel que no pertenece al "estudiante medio". Felicitaciones porque pudiste darte cuenta del tremendo potencial que tenías! Muy interesante tu área de investigación!

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    1. Eso es correcto, ya que existen programas de postgrado mucho más exigentes que los de la facultad de medicina y eso impide que cualquiera tenga acceso al conocimiento científico por los elevados estándares de selección de sus alumnos..
      Excelente blog

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  2. Que buena entrevista!!! Son incontables los aportes que ha hecho la psicología a las neurociencias. Es alentador saber que en Chile ya contamos con algunos casos, como es el de Rocío. Excelente investigadora y excelente persona, vayan mis más cordiales saludos y parabienes para quién merece esta y muchas entrevistas más.
    (Cristián A. Sánchez Muñoz)

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  3. Rocío, el ejemplo que nos has contado de cómo pudiste cambiar la percepción de ti misma (logrando romper con prejuicios que te impusieron) ayuda a entender cómo logramos armar nuestra percepción y cómo cambia nuestra percepción del mundo. Gracias, porque tus palabras también son un farolito. Eva M.

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  4. Ya he leído la segunda parte y esta entrevista no es más que un gran aporte para los jóvenes que se interesan por el campo científico y poseen esa alma de aventurero por innovar, descubrir y nunca dejar de hacerse preguntas.
    La constancia es la clave.
    Muchas Gracias por el aporte, lo he difundido en twitter para que se propague esta entrevista.
    ¡Muchos Saludos!
    Victorie.

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  5. Rocio, me has ayudado demasiado, por que tu ejemplo es muy similar al mio, incluso en el campo, ahora me cambié de carrera a licenciatura en biología por que mi pasión es la neurobiología y me has ayudado mucho, a pesar que paso el mismo caso que no soy una estudiante destacada, siempre tengo tantas cosas que quisiera saber, así fue como planteé mi pregunta para mas adelante en mi tesis y lo que siga, en realidad si tu pudiste, todos podemos y yo podré, te admiro mucho y continua. felicidades por tus logros!

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