domingo, 30 de noviembre de 2014

¿Especies con nombres curiosos? Chile tiene una nueva especie de insecto con el nombre de una criatura de Harry Potter


Usualmente, en lo primero que pensamos cuando nos hablan de un nombre científico, es en alguna palabra extraña y complicada de decir, cosas que solamente los científicos saben. Lo cierto es que muchas veces ni nosotros, los mismos científicos, entendemos aquellos nombres y sí, también nos cuesta leerlos y pronunciarlos al principio o cada vez que nos enfrentamos a alguno que no conocíamos y no es muy amigable a nuestro vocabulario. 

Los nombres científicos en general provienen del latín, el cual se ha escogido por ser una lengua muerta, la cual es neutral y no está sujeta a cambios o ir evolucionando, ya que actualmente no se usa; de ahí vienen toda esta clase de nombres extraños que muchas veces provocan curiosidad, pero su verdadera razón es la anteriormente expuesta, y no es que se deba a un elitismo o exagerada habilidad lingüística de los científicos. Estos nombres se componen de dos partes: un nombre genérico o del género (que es equivalente a nuestro apellido, es decir muchos parientes tienen el mismo nombre genérico, como es el caso de Homo, pero tienen un distinto nombre específico, como el Homo sapiens, Homo erectus, Homo floriensis, etc.), que siempre va primero y se escribe con letra inicial mayúscula;  y luego el nombre específico, el cual es único para cada especie y le diferencia de todas las otras en el mismo género (este, a diferencia del género, se escribe completamente en minúscula). Ambos nombres deben escribirse siempre en cursiva. Existen casos especiales en donde podemos encontrarnos con 3 o 4 nombres, lo que es un poco confuso, pero la explicación a esto es que a veces existen subgéneros (que se ponen entre paréntesis) y subespecies (que va como un segundo nombre específico).  Usualmente el nombre va acompañado del autor (en el caso de las plantas, ej. la frambuesa Rubus idaeus Linnaeus), y del autor y año de la descripción en animales (ej, el gorrión Passer domesticus Linnaeus, 1758).

Generalmente los nombres hacen referencia a alguna característica de las especies o géneros. Por ejemplo, Ditomotarsus (Signoret, 1864) es el nombre de un género de chinches, puesto por que su tarso se dividía en dos partes (Di= dos, tomo = parte, tarsus= tarso). Muchas especies de insectos y crustáceos llevan como nombre específico longicornis, en relación a sus largas antenas (longi= largo, cornis= cuerno o antena). De este modo tenemos una serie de nombres en latín que hacen referencia a este tipo de cosas. Por otro lado, a veces se ponen nombres por el lugar donde la especie fue colectada. Podemos decir para este caso que hay muchas especies en Chile que llevan por nombre específico “chilensis”, como por ejemplo, nuestro popular chorito Mytilus chilensis (Hupé, 1854). A veces también se le dedican especies a personas, esto se hace latinizando su nombre o apellido, agregando un “ae” si se trata de una dama o una “i” si se trata de un varón. Como ejemplo, muchas especies se han dedicado al famoso naturalista Charles Darwin, llevando por nombre “darwini”; en Chile tenemos una conocida especie dedicada al británico,  la ranita de Darwin Rhinoderma darwinii (Duméril & Bibrón, 1841). A medida que la ciencia ha ido avanzando y la cantidad de especies descubiertas se ha ido incrementando, la necesidad de bautizarlas ha ido agotando los recursos y no es un tema sencillo ya que para los taxónomos, quienes nos dedicamos a estudiar y describir estas nuevas especies, a veces esto se torna en un problema, ya que por regla, dos especies en el mismo género no pueden tener el mismo nombre, y dos géneros de un mismo reino no pueden llevar el mismo nombre (algo llamado homonimia). Por lo tanto, debemos buscar la forma de no repetir nombres o combinaciones y cuando las ideas se agotan, hay que optar por otros recursos. 


Los primeros recursos (y que hasta hoy se citan), han sido criaturas de la mitología griega, utilizadas para bautizar tanto especies como géneros; posteriormente se han comenzado a utilizar nombres provenientes de otras mitologías y de a poco también esos nombres se han ido agotando. Nuevamente se ha empezado a recurrir a otras fuentes, lo que en la actualidad muchos llaman “nombres curiosos”. Uno puede pensar, qué va a ser mas curioso que una especie con un extraño e impronunciable nombre en latín; a lo que puedo decir: ¿Se imaginan que exista una especie dedicada a Darth Vader de Star Wars?. Eso sería algo curioso, pero existe: hay una especie de escarabajo llamada Agathidium vaderi (Miller & Wheeler, 2004), dedicada al famoso personaje de la saga Star Wars; así también existe una avispa Polemistus vaderi (Menke, 1983), acompañada de Polemistus yoda (Vincent, 1983), un género Godzillius (Yager, 1986), un género Batman (Whitley, 1956), un trilobite llamado Han solo (Turvey 2005), un pequeño artrópodo llamado Gollumjapyx smeagol (Sendra & Ortuño, 2006) y así la lista de nombres curiosos es tremenda, tanto que hasta el mismo Bob Esponja Pantalones Cuadrados, tiene un género y especie de hongo dedicados: Spongiforma squarepantsii (Desjardin, Peay & Bruns, 2011). Pero siempre estos casos y cosas curiosas suelen suceder lejos de Chile. Sin embargo, hoy día (17 de noviembre de 2014), hemos descubierto un nuevo género y especie de chinche chileno, al cual hemos bautizado siguiendo esta línea: Thestral incognitus (Faúndez & Rider, 2014) (Zootaxa, 3884(4)). Los thestrals son unos caballos alados, esqueléticos que aparecen en la saga de Harry Potter, escrita por J. K. Rowling. Los thestrals no pueden ser vistos por cualquier persona, solamente por aquellos que han visto la muerte. Ahora la pregunta, ¿Por qué bautizar a un insecto chileno, como los thestrals de Rowling?.

Nuestra inspiración proviene de 2 fuentes: la primera corresponde al aspecto del chinche, ya que posee una serie de carenas en el cuerpo, que nos hacen recordar el aspecto huesudo de los thestrals; la segunda tiene que ver con el hecho de que los ejemplares provienen de varias localidades en las cuales se ha colectado mucho material (miles de chinches), pero solo se conocen unos pocos ejemplares de Thestral incognitus (¡tanto que hasta el 2014 se encontraba sin descubrir!), por lo que creemos que “no toda la gente puede verlos”, tal como los thestrals, razones por las cuales decidimos bautizar así al nuevo género. Por otro lado, el nombre específico incognitus, hace referencia a los pocos ejemplares y al desconocimiento que había de esta especie hasta ahora.


¿Es Thestral incognitus solamente un bicho con un nombre curioso?

Este insecto no solamente es un bicho con un nombre curioso, sino que también tiene otros atributos que lo hacen interesante. 


Thestral incognitus Faúndez & Rider 2014

En primer lugar este insecto pertenece a una familia de chinches Pentatomidae, en la que la gran mayoría de sus especies poseen una antena dividida en 5 segmentos, pero T. incognitus la tiene dividida solo en 4, lo que se considera una característica muy primitiva, por lo que no solo es un bicho raro, sino que posiblemente un bicho ancestral. Además, este insecto es muy parecido a las especies del género Poecilotoma (Dallas, 1851), un género de chinches australianos, que también tienen estas curiosas antenas y estas carenas “huesudas” en sus cuerpos. Las relaciones entre organismos chilenos y australianos no son algo aleatorio, muchas de ellas se deben a que estos son relictos (remanentes) gondwánicos, es decir, de cuando Sudamérica, África, Antártica y Australia estaban unidas. Si sumamos esto a su peculiar característica antenal,  podemos decir que Thestral incognitus es probablemente un chinche ancestral y un relicto gondwánico, un tema que actualmente es relevante en Chile, ya que muchas instituciones científicas se encuentran estudiando este tipo de relaciones, e incluso es una línea de investigación promovida por el Instituto Antártico Chileno INACH, quienes esperan que muchos científicos nacionales se vuelquen a estas temáticas. Es también una razón secundaria para la elección de este nombre, ya que al ser más llamativo, motiva a las personas a leer y buscar más acerca de esta nueva especie. Asimismo, es posible que más gente logre ahora verla y proveer datos que ayuden a estudiarla, ya que al ser una especie recién descubierta, significa que el trabajo esta comenzando, ¡porque nada sabemos sobre su biología!

Tempranamente en Chile contamos con algunos casos de nomenclatura curiosa, los cuales también provienen de Chinches. Los primeros corresponden a una serie de géneros de una familia llamada Acanthosomatidae. Un autor francés (Víctor Signoret) en 1864 descubrió muchos géneros en esta familia y quiso dedicárselos al Marqués de Spinola, un famoso científico italiano de la época, quien estudió los chinches y otros insectos chilenos colectados por Claudio Gay. Hasta ahí nada de curioso. Pero para no repetir nombres, lo que hizo Signoret fue usar anagramas (cambiar la posición de las letras en las palabras) para dedicar todos los géneros a Spinola. Como resultado, tenemos Sinopla, Lanopis, Sniploa, Planois y Nopalis. también Signoret hizo anagramas con otros Hemípteros, incluyendo varios chilenos, en los que están los géneros Acledra, Clerada, Eldarca, Racelda, Dalcera; sin embargo para esta caso ¡no sabemos cual es la palabra original!

Finalmente, no será una criatura de Harry Potter (aparte de T. incognitus, también existe una avispa Ampulex dementor (Ohl, 2004), una araña Aname aragog (Harvey et al. 2012) y un dinosaurio Dracorex howartsia (Bakker et al. 2006)), pero sí era un equivalente famoso de la época: Signoret, también describió una especie muy, pero muy pequeña de chinche (unos pocos milímetros), a la que bautizó Solenostoma liliputianum (actualmente, Coleopterodes liliputianum), en referencia a los pequeños personajes que aparecen en Los viajes de Gulliver.



Eduardo Faúndez
Estudiante de Doctorado en Entomología
 North Dakota State University




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