martes, 19 de marzo de 2013

Claudio Castillo, ganador del concurso Ensaya con Ciencia

Claudio Castillo, 36 años, Ingenierio Civil en Informática de la UTFSM, se define como un no científico, que trabaja "en una cosa medianamente normal donde la ciencia definitivamente no es tema". Este es el somero perfil de nuestro ganador del Primer Concurso Ensaya con Ciencia, realizado por Chile Hace Ciencia.

Con su ensayo "Mi próximo y último laptop", Claudio nos llevó hacia los límites de la tecnología computacional. "Dado el tiempo disponible no estaba muy convencido respecto al tema, pero elegí algo teórico pero abordable y si bien el trabajo original en el que me basé lo conocía, lo complementé con unas 15-20 horas de investigación adicional para sentirme seguro de ofrecerles un buen dominio de lo que iba a escribir. Me motivó finalmente tener un espacio donde expresar algo medianamente complicado/novedoso pero en un formato de relato y alejado de formalidades. También me motivó mi simpatía natural con quienes hacen ciencia, camino de vida que lo encuentro súper sacrificado en Chile (casi de monje Zen)."


Al finalizar el concurso, su ensayo había obtenido más de 900 Me gusta. Sin embargo, al comienzo, Claudio no esperaba ganar: "De hecho al mes de haber entregado el escrito, cuando salieron los ensayos seleccionados, no vi el mío y debo reconocer que me desilusioné un poco. Después me di cuenta que estaba en una foto mas atrás y me puse contento."

¿Qué se siente ser el ganador?
Hubo ene gente que me ayudó (!gracias!), e hicimos un ‘puerta a puerta’ donde una alta variedad de gente buena onda se dio por enterada. De hecho, ¡hasta un par de guardias de seguridad de mi edificio donde trabajo votaron! Ya más al final tuve la suerte de reclutar a un gran partner (Gabriel de Rescate Felino), y en los últimos días ya estábamos en una situación con colaboradores y una estrategia de votación que finalmente resultó y que debe haber sorprendido al otro chico que iba punteando hasta un par de horas antes del cierre. Yo no sé como él lo hizo pero lo felicito porque involucró casi a 700 personas, lo que no es para nada menor.

Yo estoy súper claro que solo ~10% (quizás menos) de las personas que votaron deben haber leído los trabajos. Pero cuento lo anterior de cómo conseguimos los ‘likes’ porque es súper importante, puesto que para divulgar ciencia hay que ir a buscar a un volumen de gente, ya que el grueso de ellos no se interesarán por estos temas espontáneamente. Un ensayo leído por 120 personas quizás no tiene impacto, pero 3000 ensayos/artículos leídos por una masa de 400 mil personas ya es otra cosa. Estoy seguro que de ‘rebote’ nos haría un país mejor. Si no hay esfuerzo por socializar la ciencia, seguirá siendo un tema anónimo y visto como inalcanzable.

¿Has recibido comentarios de tus fans?

De los fans, bueno tengo mi parcialidad ganada con los años, de otro modo no hubiese podido llegar a tanta gente con este tema. Yo no soy científico, de hecho trabajo/laburo en una cosa medianamente normal donde la ciencia definitivamente no es tema. Fue difícil hacer entender a mi entorno inmediato de qué se trataba esto, y sorprendí a algunas personas acostumbradas a leer solo tonteras/boludeces que suelo escribir en facebook.

Para mí fue una linda experiencia participar junto con los otros chicos que de verdad hicieron unos ensayos bacanes, sobre todo el de ‘LandSat’. Puedo decir que todo el tiempo invertido valió la pena y que por sobretodo me encanta la Ciencia y me encanta que la gente se interese, entienda y se sorprenda con ella.

Muchas gracias a los ‘monjes’ de ChileHaceCiencia por generar el espacio, ¡larga vida para ustedes!.





A continuación, dejamos con ustedes el ensayo ganador



Mi próximo y último Laptop

Cuando paso por la tienda Falabella Lyon, en el segundo piso tienen una colección respetable de laptops, suelo ir a tocar los modelitos más prometedores. Me hago el loco para evitar a los importunos vendedores. Debo reconocer que me gusta la tecnología hecha por los amigos asiáticos y los modelos más caros que no estoy dispuesto a pagar.

Todo es bastante distinto ahora. La primera que vez que ocupé uno fue a mediados de los 90's, para ser sincero me dejó bien impactado. Yo de niño ocupaba un Atari conectado a una “tele” blanco y negro y estar ocupando esto otro, no era rozar el futuro, era de verdad estar en él. Solo casi ocho años después pude acceder a tener el mío.

Una de las cosas que más me llama la atención de estos aparatitos, es lo rápido que quedan obsoletos. Lo que de pasada hace que sean una pésima inversión económica. Difícilmente usted podrá vender uno si tiene más de tres o cuatro años de uso, es cosa de navegar en www.mercadolibre.cl para corroborarlo.

¿Por qué esto de la obsolescencia?

En la mayoría de los casos no sucede nada extraño, los requerimientos en términos brutos de cómputo aumentan vertiginosamente. Mientras más fantásticas las aplicaciones, sencillamente más cómputo requieren. En concreto, quedar obsoleto es consecuencia de la Ley de Moore.

En el mundo de la computación es muy conocida la ley empírica llamada la Ley de Moore. El señor Moore tuvo una revelación por el año 1965 y afirmó que la capacidad de cómputo se duplicaría cada 18 meses a costos cada vez decrecientes. Sorprendentemente, con ciertas reformulaciones menores, eso se ha cumplido hasta ahora, casi cincuenta años después.

Moore estaba súper consciente que toda la electrónica y por ende la computación, está basada en un componente fundamental (el transistor), y vio un futuro donde este artilugio podría ser progresivamente miniaturizado e integrado a gran escala en un circuito sin perder ninguna de sus características. “Very Large Scale Integration” como pomposamente lo llaman los gringos.

Moore, que dicho sea de paso es Phd, cofundador de Intel y además uno de sus presidentes en los 70's, merece todo nuestro respeto. Pero su ley, su ley, ¡no es una ley de la naturaleza! y dejará de ser válida mas temprano que tarde.

La bonanza computacional que disfrutamos ahora es explicable porque, donde hace cuarenta años era posible "instalar" doscientos transistores por milímetro cuadrado en ese espacio, ahora perfectamente se pueden acomodar un poco más de un millón de ellos. Lamentablemente la física es implacable en esto. Dado un espacio determinado no se podrá aumentar la densidad de estos transistores hasta el infinito.

En los 80's otros entes iluminados repararon en este problema, entre ellos el intelectualmente intrépido Seth Lloyd (un brillante tipo del MIT) y se dio cuenta que en tecnología no se pueden predecir demasiadas cosas concretas. No sabemos cual va a ser la “papita” exitosa del próximo año. Con excepciones notables claro, como la del célebre Steve Jobs, un visionario, mercader y dictador tecnológico que dejó más viudas que el mismo Bielsa, en fin que en paz descanse.

Así, Lloyd se preguntó:

"¿Cuál es límite de la computación al menos a un nivel teórico?"

Esta pregunta lo inquietó durante mucho tiempo y a la vez, lo dejó razonablemente fuera de la manera en que piensan los mercenarios del cómputo de siempre (Intel, AMD) y sin duda los nuevos (Cortex, Apple, Qualcomm)

Su razonamiento fue bien sencillo y se planteó una situación hipotética, que es más o menos la siguiente:

Como los computadores son finalmente un sistema físico y por consecuencia no pueden ir contra sus leyes, se preguntó finalmente cuánto poder de cómputo se puede lograr en una masa y volumen que ocupa un laptop, y lo definió en un kilogramo de masa confinada a un volumen de un litro.

Lloyd de pasada le “tiró la cadena” al transistor y echó mano a lo último que se sabe acerca de la mecánica y computación cuántica, que a muy alto nivel se puede resumir en que los átomos (¡sí, átomos!), son perfectamente manipulables para:

· Almacenar un estado tipo ON/OFF (0,1 a lo Matrix).

· Operar con ellos para ejecutar/calcular operaciones de la lógica tradicional.

Ambos requisitos básicos de la computación moderna.

El fundamento físico que posibilita pensar en esta modalidad de computación es el mismo que se ocupa cuando se le efectúa una resonancia magnética a las articulaciones de los jugadores caros del "Colo Colo" o la "U" antes de contratarlos y para descartar los "gatos por liebre" por parte de sus "representantes".

Estos mecanismos y técnicas basados en modificar el spin del átomo, no son una cosa trivial pero es algo conocido y perfeccionable.

Según Lloyd:

Este laptop literalmente 'atómico' y bacán debería ser capaz de transformar toda su energía en transiciones atómicas que representen datos y realice cálculos y, como existe una métrica promedio real de energía usada por transición y está claro cuánta energía representa un kilogramo de masa en las dimensiones consideradas, ese cálculo bruto se puede efectuar en forma concreta y su resultado entrega las operaciones por segundo de este artefacto teórico.

Lloyd trabajó en esto y profundizó acerca de las premisas y algunas consideraciones para fundamentar su razonamiento las que, si bien tienen críticas, no opacan el orden de magnitud final que muestran sus resultados.

¿Cuál es el límite físico finalmente?

La verdad es demasiado abrumador, el resultado para este laptop teórico es

5.4258 x 1050 operaciones por segundo.

aproximadamente este número

"100000000000000000000000000000000000000000000000000"

lo que es algo así como 100 billones de billones de billones de billones de operaciones por segundo.

El mismo Lloyd calculó que para un cristiano normal eso era equivalente a 100 millones de laptops "reales" hace unos seis años atrás, cifra que por cierto a la fecha sigue estando en ese mismo orden.

Es increíble. Extendiendo el experimento a la masa de un modesto granito de sal igualmente resulta un número de operaciones fenomenal.

(Hay alrededor 100 millones de granitos de sal en un paquete de Sal fina Lobos, no haga el intento yo ya lo averigüé por usted).

Así, todos los requerimientos computacionales de cálculo de Google, de Facebook, de Youtube, por lo señalado, podrían ser perfectamente satisfechos manipulando a conveniencia la masa y estados atómicos de un cubo de azúcar.

Las motivaciones de Lloyd por mostrarnos esto son en realidad muchísimo más profundas, al igual que el no muy querido Stephen Wolfram (el inventor del software Mathematica y el buscador Wolfram Alpha). Lloyd cree en un universo que espontáneamente calcula para generar nuestros espacios de realidad, una idea también relacionada al muy generoso y queridísimo premio Nobel de Física el señor Richard Feynman.

Nada más que agregar, como la física no miente, cualquier cosa de Falabella Lyon en realidad ya no tiene sentido.

Los progresos de los mercaderes de la computación ahora de verdad me tienen sin cuidado, en serio.






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