por Richard García en El Mercurio, 18 de Septiembre de 2012
Hace 50 millones de años, la Antártida era muy diferente a la actual. Todavía no la cubría el hielo y estaba casi pegada a lo que hoy es la actual región de Magallanes.
Pero algo no ha cambiado: los pingüinos. Ya en esa época deambulaban por ese territorio antepasados de estas aves. Probablemente tenían los mismos colores que los actuales, aunque su tamaño era bastante más grande.
Así lo revelan los restos muy bien conservados de uno de ellos, encontrado en la isla Seymour durante el año 2011 por el paleontólogo de vertebrados del Museo Nacional de Historia Natural David Rubilar y el biólogo de la U. de Chile Roberto Yury, especializado en aves. El animal, conocido como Palaeeudyptes (zambullidor antiguo) medía al menos 1,70 metros, la altura de un ser humano. En contraste, hoy los pingüinos más altos son los Emperador y no pasan del metro diez.
Pero algo no ha cambiado: los pingüinos. Ya en esa época deambulaban por ese territorio antepasados de estas aves. Probablemente tenían los mismos colores que los actuales, aunque su tamaño era bastante más grande.
Así lo revelan los restos muy bien conservados de uno de ellos, encontrado en la isla Seymour durante el año 2011 por el paleontólogo de vertebrados del Museo Nacional de Historia Natural David Rubilar y el biólogo de la U. de Chile Roberto Yury, especializado en aves. El animal, conocido como Palaeeudyptes (zambullidor antiguo) medía al menos 1,70 metros, la altura de un ser humano. En contraste, hoy los pingüinos más altos son los Emperador y no pasan del metro diez.
No era el único gigante de esos tiempos. En la misma formación geológica, Rubilar encontró una tibia de ave Pelagornis chilensis. Un ejemplar casi intacto de este animal, encontrado en la zona de Bahía Inglesa, alcanzó fama mundial cuando fue presentado por National Geographic.
En esa oportunidad se dijo que este probable antepasado de los patos era el ave más grande que había vivido. Pero el ejemplar encontrado ahora parece ser incluso más grande que el que ostenta el récord. “Encontramos un húmero incompleto. El trozo mide 82 centímetros y le falta un buen pedazo. En comparación, el mismo hueso del pelagornítido de 2010 alcanza completo los 85 centímetros.”
Mario Suárez, curador del Museo Paleontológico de Caldera, cuenta que desde 2006 han encontrado en la zona restos de Pygoscelis grandis (parecido al actual pingüino rey) y de Pygoscelis calderensis (antepasado del pingüino de Adelaida) que tienen unos 20 millones de años de antigüedad.
También hay novedades de hallazgos fósiles de aves (pingüinos) muy recientes en la zona de Magallanes. “Son más antiguos que los de Bahía Inglesa, tienen 30 millones de años, pero todavía son restos fragmentarios, no alcanzan para diagnosticar una especie”, cuenta Rubilar.
El paleontólogo destaca, además, que en las colecciones almacenadas en el MNHN que recolectaron arqueólogos entre los años 70 y 90 en la zona central han encontrado restos de aves. Una vez que sean analizadas podrían ayudar a reconstruir el paisaje de sitios habitados por el ser humano hace 10 mil años, como Tagua Tagua, en la Región de O’Higgins. Hay otras colecciones similares en a Universidad de Concepción y en la U. Católica del Norte.
Muchos de estos restos tienen evidencia de haber sido cocinados. Si se investigan se podría saber a qué parte del animal corresponden y cuáles eran los que consumían más. “Vamos a poner a trabajar en ellas a un alumno que se especializa en aves del pleistoceno”.
En general se trata de aves silvestres, probablemente parecidas a patos. Están en la etapa de separación del material, para distinguirlo de otros restos que corresponden a roedores y sapitos. “Por ahora corresponden a restos de aves indeterminadas, falta un estudio comparativo. Probablemente eran muy parecidas a las formas actuales, pero para estar seguro es necesario confirmarlo”.
Dinosaurios con plumas
La mayor parte de los estudios paleontológicos hoy identifican a las aves como un linaje de los dinosaurios. Un ejemplo es el catastro de los hallazgos hechos en Chile de ambos tipos de animales publicado el mes pasado en el Journal of South American Earth Sciences. “Las aves son una rama de los dinosaurios carnívoros que ensanchó su cerebro y se cubrió de plumas”, dice David Rubilar, autor de la investigación. En su mayoría son voladores, pero algunos se quedaron en la tierra.
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