Comenzaba otro día de trabajo, otra aburrida reunión de especialistas donde debía fotografiar personas de rostros serios y solemnes, empaquetadas en trajes grises, dando discursos desde el podio...ese podio tan oscuro que contrasta con el telón brillante, fatal para una foto panorámica. Esta vez era en Coronel, un encuentro de divulgadores de ciencia. Me suena a matemáticas, biología, química, física, las pesadillas del colegio. Siempre fui malo para las ciencias, no entendía nada en clases. Pasé apenas los cursos, todo gracias al guatón Meneses que me soplaba...buena onda el guatón. Bueno, que más da, iba solamente a trabajar, a tomar fotografías y recibir el dinero de mi paga. Con suerte vería una que otra promotora.
El primer día nos trasladamos de Concepción a Coronel a las 8 de la mañana. No hacía mucho frío, lo que hizo menos tortuoso el levantarse temprano. Una vez en el lugar de la conferencia comencé con mi trabajo. Me movía de un lado a otro fotografiando a los asistentes. Había de todas las edades, muchos jóvenes que parecían estudiantes y otros no tan jóvenes. Todos se repartieron por el jardín techado que estaba dispuesto para el encuentro con mesas y sillas, un par de estufas, unos paneles a los que acudía la gente con pósteres gigantes, donde al parecer pusieron fotos y texto de su trabajo. Pero lo mejor de todo: el rincón del café, que llenaba el espacio con ese aroma tan reconfortante.