“Ah”, me dijo mientras echaba
levemente la cabeza hacia atrás y me miraba con un rostro inexpresivo, aunque
con los ojos bien abiertos, como esperando que dijera alguna palabra que le
diera una pista acerca de lo que yo hacía.
No es la primera vez que me pasa. La cronobiología es un campo poco conocido, incluso
dentro de los mismos círculos científicos, pero aunque la palabra no nos diga
nada, su sujeto de estudio está por todas partes. Según su definición, la
cronobiología es el estudio de los
ritmos biológicos, como deja intuir su nombre: “crono” hace referencia al tiempo y biología es el estudio de los seres
vivos. Esto aún no dice mucho, pero si nos detenemos un poco a pensar, nos
daremos cuenta que no trata de nada desconocido.
Cuando alguien baila muy bien,
decimos que tiene buen ritmo. Cuando un percusionista se desincroniza del resto
de sus compañeros de banda, decimos que perdió el ritmo. Alguien que trabaja
corriendo de un lado para otro todos los días sin descanso tiene un ritmo de
vida acelerado y un niño que estudia todos los días un poco está aprendiendo a
su propio ritmo. ¿Qué tienen todas estas frases cotidianas en común? Creo que
estarán de acuerdo en que algo que las relaciona es el tiempo, pero no el
tiempo por sí solo, sino más bien la repetición de algo en el tiempo con una
cierta frecuencia u orden. Así, un bailarín con buen ritmo será capaz de
repetir una serie de movimientos con su cuerpo sin perderse y una persona
trabajadora que jubila pasará de hacer muchas cosas durante el día a hacer muy
pocas, cambiando su ritmo de vida a uno más calmado.